Negro. ¿Acaso alguien pensó que el color de esas elecciones era otro?
El partido demócrata en EEUU hace las veces que el partido socialista aquí: DE ENCUBRIDOR. Allí manda sólo el ejército y la economía de él derivada. ¿Y aquí? Amén, generalísimo.
Todo sigue igual: A la próxima te toca Rajoy. ¿Ya tienes tus conversaciones privadas al respecto con la banca con la cual trata aún oficialmente míster Zapatero?

¿Y Sarkozy, y el Big-Ben londinense (no confundir con la teoría cosmológica de parecido nombre)? ¿Dieron jamás las horas o los mandatos sin mano negra que los cuide, o mano de relojero "experto" que encuadra las manecillas para que jamás ¡jamás! acabemos con este calendario? Poco importa si el de los mayas pueda o no corregirnos la hora al filo del 2009 (que 2012 es una precisión fascista para lo que decíamos antes: estirar en lo posible el calendario fijado, FIJADO POR ELLOS, claro: relojeros puntuales como el conejo de Alicia para que no se nos escape ¡por dios! masacre alguna a la que seamos llamados --como dios llama-- de obligatoria asistencia) Lo interesante es que ha ganado el negro: pues tocaba lavarse la blanca cara. "¡Es histórico!" Gritan ellos. Y para mí lo histórico de ese país, como de tantos, pero lo autóctono de allí: la masacre al negro, el genocidio al indio (¡A ver cuándo se sacan de la manga un presi sioux cheyenne o comanche! ...Si es que les queda) EL PUNTO EN BOCA A LA MUJER: "Tú vete a hacer calceta, querida Marta, que yo, tu esposo, soy el prócer Washington, del cual estás tú hasta los pelos del coño, pero ¿acaso importa eso?"
Big-Ben Big-Ben Big-Ben Big-Ben Big-Ben Big-Ben. Tampoco es que nos queden muchos Big-Ben más o campanadas, no repitamos tanto. Quizá nos queden exactamente, convertidas en meses, las seis campanadas que acabo yo de dar aquí.
Reló no marques las horas: Cantarían de saberlo, en vez de ajustar tanto a sus propósitos las obsoletas manecillas.