oportunista, qué se semeja la tristeza a un cáncer, apenas hay quienes la sobrevivan (de dolor también nos hubiésemos, hace tanto tiempo, muerto, conocido ya nos hubiésemos en el otro lado, sin necesidad de no pedidos milagritos, ni siquiera por ella --¿O sí? Quizá sí, dado lo romántica, dado lo románticas. ¿Cómo hubiésemos perdonado, tanto ella como yo, a un dios una vida, sin que la misma nos ofreciese el rostro esperado, la vida aguardada,
polvo aguardador, para
adentrarse la una en la otra hasta desaparecer?-- de dolor de no ser por lo desmedido de la injusticia, de dolor de no venir la ira, cada día con más frecuencia, a ocupar su lugar)

Resaltando unos mimosos amorosos labios, el saliente superior que para ser mordisqueado a besitos y el inferior de la aquí nuestra Mona Lisa particular, que no sonríe no porque se le descubra el secreto de poseer una pésima dentadura,
el solo diente que
Los poseídos entre lilas le adjudica, sino por lo anterior dicho: no existir casi nada sobre la faz de la tierra que te invite a ello (A duras penas tu interior, tu interior es lo único que te sigue amparando, aunque
el lenguaje no guarezca de habérsele ido la olla entera, más que la tapadera a secas o
tejado; a duras penas tu interior, dado lo cada vez más ruinas, más consumido por el
polvo aguardador)

El inferior, que si no fuese hacer una comparación de lo más saludable para la cretina obra de Dalí, semejaríamos con su tresillo de la boca de la despampanante actriz en saloncito, más bien desquiciado que acogedor, convertida; ¡¿pues no es este labio inferior tuyo, tristísimo retrato de Alejandra, el lecho en el que se yacería de apopléjico
Peter Ibbetson miedo de amarle, miedo de ser él, para ya no levantarse?! Justo:
Uno tumbado, y otro haciéndole monerías, para parafrasear, una vez más, esta vez cambiando el género, a la dire de mi cole; uno tumbado y otro haciéndole monerías, o lo que es lo mismo: UNA, una felizmente tumbada, de boca apretada contra ese apetecible diván, a la vez que al otro o del otro hacemos-recibimos las monerías de mordisquear a tiernos besitos su mimoso saliente.
Palabras dedicadas a la cacho perdida que fuese, sí que lo estabas, mi niña, tu foto
bajo el paraguas la recitadora sin suerte pues te condenaron a muerte, tu foto de agosto 1972 lo demuestra, a la cacho perdida que regalaba sus ósculos
para exorcizar deseos lésbicos a los pitos pitillos de a realillo, dentro o fuera de las Irreales de la Lengua, mundo macho que de aparentar vive.