
Desde ahí reduciendo a nada el mundo. Sigo pensando de tu labio de abajo, querida rosa, querida boca, mullido sofá para tirarse a la bartola to'a la eternitas. Lugar de reposo que no fueron nunca los libros, sino como los guerreros se lo tomaron; pero ya que, al contrario de ellos, amablemente, amablemente tomado el lugar de reposo en el que serme, tú serte, tu serte igualmente eterno reposo, a la bartola... ¡o a la Alejandra!, ¡a la Carmen!, López Pizárnik por cierto, pero ya que al contrario de ellos, amablemente tomado, no fugazmente disfrutado y no soezmente, sino, como decíamos, ETERNAMENTE, TAN BELLAMENTE. TAN BRILLANTEMENTE. ¡Sí! De todas las tinieblas que nos echaron encima. Pero la luz brilla en el fondo, de tu alma, el Amor en el fondo, DENTRO, tan adentro de un corazón humano como tú te llegaste a desear, Alma mía de Carne, Alma mía Mujer, brilla en el fondo y ninguna tiniebla, a muy soez torpe descerebrada, la apaga. No, nadie apaga tu noche, mi Sol o Amor.
Alma mía de carne.... o de nieve ¡Y lo bien que se funden nuestras palabras? ¿Dónde acaba comienza tu-mi Alma mía?
Patriventeando: Patricia Venti