Juegas a esconder tu pena
detrás de angustias vitales
que quieres velar también;
y en tu afán por esconder,
te ocultas detrás de un sol
que también tienes oculto:
Consulto tu carta astral.

Encerrada con tu luz
"¡No deslumbrarás!":
Parece que te metieron en la cabeza la ley.
Llorad por vosotros mismos.
En verdad que a la hermosura sólo le queda llorar
en su propia calavera
...Eso es lo que me queda.
En su propia calavera,
cuenco para recogimientos.

No deslumbrarás....
Y estás tan bella.
Me imagino la eternidad contigo al lado:
Envuelvetortugatierna
caparazón de lo amado
manto solar a millones de grados
con su corazón de estrella,
estrella aquello que amamos.

¿Que te entra aburrimiento
de pensar un panorama
que contenga a una pesada
delante y al infinito
con embobado rostro mirando a un cielo
hermosura de tus ojos?

No, mi vida.
Que me hago transparente
y a través de mis costillas,
o estructura la que sea que allí dé forma
(...¡¿deforma?!, se supone que sublima)
te pongo a los pies, los que allí sean o como sean,
un mundo que de rodillas te mira,
derrodillas de lo tan arrodillado quién lo desenrodillará,
¡no seré yo, viva pues, si allí te lo desenrodilló...
o enrodillo o arrodillo derrodillas,
decúbito prono, supino,
de puntillas!,
como los ángeles:
ni pies, puntillas.
¡Qué punto!
Qué puto mundo éste
que hace risas de la postura del amador:
No humilla, rejuvenece,
¡exulta!
¡exalta!
....Si es un mundo lo que quieres ver pendiente de tus ojos
y no unas pobres rodillas,
nudillo máximo para hincar en el suelo
no en la mandíbula del necio de las risitas.

...Si es un mundo lo que quieres ver pendiente de tus ojos.
Que dudo que los tengas tan soberbios
como para pretender que muchos
te den lo de uno,
lo que yo,
lo que tu otro-tú...
sea quien sea.
Desposeída hasta de ese conocimiento:
saber que lo que arrodillo o me arrodillo
no lo hago a ofensas de otros
patinaje sobre hielo en pistas tan ocupadas
dando lugar al despiste
del que se arriesgó a por lana... o copos de nieve
y le trasquilaron el existes... luego dónde te metías.

Hay decisiones que debieran aterrar al que las toma,
por muy Dios:
Que no sea yo tu yo si todo te lo arrodillo,
que no seas tu mi ya, mía ya,
habiendo permitido el máximo rodillazo o patinazo
este de hincar sobre el duro suelo los nudillos de las piernas.
Me imagino a ese Dios tomando esas crudas decisiones
con la misma cara amasijo de angustia
de tantos de los corazones de sus hijos,
rostro tan en pena, de pena,
que mirarlo es morir
que dice la teología de ver a dios
y debiera ser lo contrario:
vivir de verlo.
Pero miramos todas las penas del mundo
basadas en las crudas decisiones:
No será del amante el amor
sino del que acierte a pasar por allí
cuando la que esconde
decida liberar lo que esconde,
y, oye, qué casualidad,
no será a quien le advirtió:
Juegas a esconder tu pena
detrás de angustias vitales
que quieres velar también;
y en tu afán por esconder,
te ocultas detrás de un sol
que también tienes oculto.
Consulto tu carta astral.