primera vez alguien se interesa en lo que piensan, fueren los que no dieron otra cosa que palizas, vejaciones psíquicas, ellas a su cantinela cantina de siempre igual, como el borracho vuelve a su vómito: "¿Y qué pensará de mi coño, si lo llevo bien subido a los tacones, qué pensará de lo que pienso, nosotras tan inexpertas en esto del pensar, que, como género, sólo nos estrenamos en ello hace unas décadas?"
Todo el mundo preocupado por esas minucias. Y nadie se interesa, por ejemplo, EN QUÉ PIENSAN LOS ELEFANTES, no sólo nuestros "amigos" cetáceos (entrecomillo lo de amigos, pues está muy por ver la capacidad de amistad de nuestra especie respecto a las otras, más que el revés) y sus cantos.
Pues ¡miren, miren!, ¡oigan!, lo que piensa esta manada, sobre todo el sufridor elefante de la derecha que hasta las aves del campo se compadecen de su destino, aguantando sobre su lomo el fuego de los cielos:
-Dios fumao. Más nos hubiese valido estar solos.
Eso piensan, sobre todo el sufridor de la derecha, mientras el Otro al que aluden por Dios llamándole, se fuma y pretende joder con la lumbre ya que no con el humo.
Hasta el pequeñajo se aparta del fumeque y su lumbre del dios fumao.
Qué bien enseñaos tienen a sus retoños las elefantas.
Como sociedad de hembras que son.